Guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional -ELN- |
Carlos
Medina Gallego / Lunes 28 de enero de 2013
Recuerdo
mi encuentro con Fabio Vásquez Castaño, en La Habana, por esta época hace algo
más de una década. Lo había estado buscando casi veinte años para que me diera
una entrevista en el marco del trabajo de investigación que desarrollaba sobre
la Historia del ELN. Nadie podría creerlo, recorrí todos los conductos
oficiales posibles para conseguir la entrevista y lo único que encontré fue un
rotundo no. Fabio era como una especie de secreto de estado, resguardado por
todas las envidias y pequeños e insignificantes criterios de oficialidad.
Llegue a pensar que era un hombre en estado de aislamiento, después supe que él
mismo tenía la idea que le habían dado la isla por cárcel, según me lo dijo con
la bacanería de un paisa que no se ha desprendido un ápice de su acento en
treinta años de transitar las calles de la Habana y de relacionarse con su
gente; contrario a muchos otros colombianos exiliados en Cuba que terminan
hablando hinchados de revolución como si encarnaran a Fidel Castro o a la
mítica figura del Che Guevara. Doña Carmen una vieja cubana cargada del fervor
y la nostalgia de la “épocas de la revolución”, en cuya casa me hospedé,
escuchó mis angustias de tener que regresarme sin haber cumplido el cometido
central de mi viaje a Cuba: Entrevistar al fundador del ELN.
Dos
días antes de regresar a Colombia, Carmen me concretó una cita con Fabio en las
escalinatas del Capitolio. No lo podía creer, mi casera me conseguía la cita
que la oficialidad burocrática del ELN en Cuba no había sido capaz de darme. La
señal de reconocimiento era que yo llevara el libro ELN: Una historia contada a
dos voces que había resultado de las entrevistas realizadas a Manuel Pérez
Martínez y a Nicolás Rodríguez Bautista, entre finales de la década de los
ochenta y comienzos de los noventa. Allí me senté a esperar que llegara el
personaje que estuve buscando tres décadas y de cuya memoria esperaba alimentar
la investigación. El primer contacto fue rápido y contundente: - Eh!! Carlos
Medina…, me dijo en su marcado acento paisa, no leas eso que vos te lo sabes de
memoria… señaló a la lectura que hacía yo del libro del ELN… y aun sin
saludarnos formalmente, descargo un comentario mordaz y lapidario que aún
conservo como una cicatriz grabada en mi espíritu investigativo: ”… y déjame
decirte algo..., nunca había leído tanta calumnia bajo un mismo título…”, me
dio una palmadita en la espalda y concluyó: “tranquilo… yo se que uno escribe
con lo que le dan…” y se sonrió.
El
encuentro con Fabio fue cordial, pero no fue mucho lo que saque de él, un par
de infidencias sobre los orígenes de la organización, en particular sobre la
conformación de la Brigada José Antonio Galán, la relación del Grupo con el Che
y la decisión irreversible de asumir el camino de la lucha armada en un pacto
de Liberación o Muerte de un grupo de jóvenes de los cuales el único que queda
vivo es él. La verdad, Fabio esquivaba los embates que yo hacía a su memoria, mis
pretensiones de grabarlo y de conseguir una fotografía suya. Tuve la impresión
de un encuentro de consolación sin la gran entrevista, ni la gran historia…la
amabilidad de su sonrisa y su mirada perdida en el tiempo y una conversación
amable e intranscendente.
A
finales del 2012, el ELN cumplió, como idea de organización e imaginario
político, cincuenta años de haber surgido en la memoria de los siete jóvenes
(Fabio Vásquez Castaño, Víctor Medina Morón, Heriberto Espítia, Ricardo Lara
Parada, Luís Rovira, Mario Hernández y José Merchán) que pasaron con excelencia
el curso militar dado por el gobierno cubano a quienes permanecieron en la
Habana durante la crisis de los misiles para defender la revolución. La
conformación de la Brigada José Antonio Galán marca el inicio de un viaje de
cincuenta años detrás de un sueño de justicia a través de un conflicto que se
fue degradando en la dinámica misma de la confrontación hasta deshumanizarse
completamente. Han sido cincuenta años de sacrificio en vidas, costos emocionales,
angustias, desesperanzas y, desde luego, en experiencias y durísimos
aprendizajes. Cincuenta años que cambiaron el mundo y el país, pero que no han
modificado las razones que llevaron a esos jóvenes a la guerra.
Hoy
Colombia es un país sustancialmente urbano, moderno, con los desarrollos que
posibilita un modelo de capitalismo dependiente, en esta fase de globalización
neoliberal, en la que cada vez lo propio es menos propio, donde los niveles de
marginalidad, pobreza y desocupación arrojan a la informalidad y a la
ilegalidad forzada a grandes grupos de población; en donde la inseguridad y la
violencia no la representan las insurgencias, cuyas estadísticas de crimen
resultan insignificantes frente a las tasas de homicidios y delitos cometidos por
la delincuencia común, el crimen organizado, la mafia, el narcotráfico, el
neoparamilitarismo y la “institucionalidad” corrupta y oficiosa o, lo que es
peor aún, por las mismas condiciones de existencia de la población que no ve
mejoría alguna a su situación, que contradice, en la práctica, las ridículas
estadísticas oficiales que ya no se las cree ni el mismo Estado.
Siempre
tuve que enfrentarme a la pregunta por la vigencia de la lucha armada en muchas
de las entrevistas que he realizado… si las causas definen la vigencia, no hay
nada que hacer… lo que nos espera son otros cincuenta años de guerra. Si de lo
que se trata es de hacer defensa de los imaginarios de justicia, entender que
lo que precede la guerra es la política y que la paz con justicia constituye el
primero y último propósito de toda revolución, entonces la tarea del momento es
hacer la paz. Si es cierto que todo lo que se hace, se hace a nombre del
pueblo… entonces, es al pueblo al que le toca hacerlo, de lo contrario se
incurriría en una rarísimo asistencialismo revolucionario.
La
experiencia de los procesos de convergencia política unitaria que han sido
históricos en esta nueva ola de democratización alternativa en América Latina,
lo que están mostrando es un camino distinto, en un tiempo distinto, para hacer
las transformaciones estructurales: movimientos sociales y políticos aliados en
torno a programas reivindicativos realistas e incluyentes dando batallas
decisivas y victoriosas en los escenarios de las luchas políticas democráticas y
electorales.
El
ELN ha sido una organización que se ha transformado en el tiempo; de foco
guerrillero, paso a proyecto de ejército y de éste a organización política en
armas. No creo que haya en su discurso nada que tenga más vigencia, como
programa político, ajustado al lenguaje actual, que los principios
programáticos formulados en sus orígenes:
En
primer lugar, desde ese tiempo se plantea la toma del poder por las clases
populares como requisito básico para la formación de un gobierno democrático y
popular que… garantice la plena igualdad social del pueblo, otorgue libertades
democráticas a los sectores populares, conceda a la mujer sus derechos y
garantice el respeto de la dignidad humana y el libre desarrollo de los
colombianos. Nada de esto es imposible alcanzarlo por las vías de la lucha
democrática.
En
segundo lugar, se plantea una revolución agraria que elimine el latifundio, el
minifundio y el monocultivo; realice una distribución justa y un acompañamiento
técnico a los campesinos que la trabajan; otorgue créditos e insumos de trabajo
a los agricultores, impulse la mecanización de la agricultura y su
tecnificación; que cree mecanismos adecuados de distribución de la producción
de alimentos que elimine los intermediarios, la especulación y el
acaparamiento; asegure la asistencia médica y educacional a los campesinos, así
como el desarrollo de sistemas de riego, de electrificación de vivienda y de
vías de comunicación. Plantea la confiscación de latifundios y propiedades de
grandes compañías extranjeras y de los terratenientes y latifundistas
nacionales, asegurando respetar las propiedades que benefician positivamente la
economía nacional. Define fomentar la creación de cooperativas de producción,
distribución y consumo, y de granjas estatales, mediante la planificación de la
producción agropecuaria que diversifique los cultivos y desarrolle la ganadería.
En
tercer lugar, se plantea el desarrollo económico e industrial mediante una
política proteccionista de la industria nacional, el impulso de la industria
semi-pesada…. Define como política central del desarrollo económico la
protección y el impulso a los pequeños industriales y comerciantes no
especuladores, la diversificación de la industria y el desarrollo de una
economía independiente, basada en los propios esfuerzos y recursos con que
cuenta el país que mediante la planeación científica garantice el pleno empleo
de la mano de obra.
Igualmente,
el ELN, se plantea desde sus comienzos la nacionalización del subsuelo y su
adecuada explotación en beneficio de la economía nacional; la elaboración y
realización de un plan de electrificación, de irrigación y de aprovechamiento
de los recursos hídricos del país. A nivel de la actividad comercial abierta,
establece como orientación el intercambio con todos los países del mundo, sin
ninguna otra consideración que el interés colectivo y el beneficio del pueblo.
Aun
provisto todo este discurso del enfoque antiimperialista contiene propuestas
que sirven a las discusiones y procesos nacionales de desarrollo económico y
social.
En
cuarto lugar, el ELN define como uno de los fundamentos de su programa, la realización
de una reforma urbana y un plan de vivienda que garantice un hogar higiénico y
adecuado a los trabajadores de la ciudad y del campo y elimine las prácticas de
arrendamiento de los casatenientes. Establece la erradicación de los tugurios,
en la ciudad y en el campo. Hoy, la creciente necesidad de vivienda ha llevado
al gobierno nacional a impulsar la construcción de 100.000 viviendas de interés
social y al fortalecimiento de las políticas de mejoramiento de la vivienda
rural.
Como
quinto punto propone la creación de un sistema popular de crédito que elimine a
los usureros y a los agiotistas, y fomente el desarrollo económico, industrial,
agropecuario y comercial de tal manera que favorezca el nivel de vida de los
colombianos.
El
sexto punto toma en consideración la organización de un plan nacional de salud
pública que haga posible la asistencia médica, farmacéutica y hospitalaria a
todos los sectores de la población sin gravar su economía; el desarrollo de la
medicina preventiva y la lucha contra las enfermedades endémicas. Se propone la
creación de puestos de salud y hospitales en ciudades y campos, así como una
eficaz protección a la niñez y a los ancianos. Propone la creación de un
organismo centralizado que se encargue de proyectar y realizar los programas de
salud pública y la reglamentación del seguro social para que responda
adecuadamente a las necesidades de la población.
Como
séptimo punto, fija la elaboración de un plan vial que sirva para articular a
la economía nacional y preste un servicio eficiente a las regiones densamente
pobladas o con posibilidades de desarrollo económico. Considera necesario la
apertura de vías de comunicación en las zonas agrícolas y ganaderas de gran
potencial económico marginadas del desarrollo global. Propone la organización
estatal del transporte y la fijación de tarifas técnicamente estipuladas por
los organismos del Estado.
Al
referirse a la educación, en su punto octavo, propone una reforma que elimine
el analfabetismo, promueva la construcción de instituciones escolares rurales y
urbanas y la formación de maestros competentes. Concibe la educación
obligatoria y gratuita; plantea una reforma a los programas de estudio para
adecuarlos a las necesidades del país y en consonancia con la ciencia moderna;
la vinculación con la realidad nacional e internacional y la elaboración del
nivel técnico de los trabajadores; proyecta la nacionalización de la enseñanza
a todos los niveles, buscando que la misma cumpla una función social y esté a
tono con los avances científicos, tenga el pueblo acceso a ella, se elimine el
oscurantismo y el dogmatismo de las cátedras y pueda desempeñar el papel de
vanguardia intelectual y cultural de los trabajadores.
Plantea
la creación de una academia nacional de ciencias que sirva al desarrollo de la
investigación científica la cual debe ser impulsada en los centros de enseñanza
superiores; así mismo considera necesario la creación de residencias y
comedores estudiantiles y el otorgamiento de numerosas becas, al igual que la
ampliación de las redes de bibliotecas públicas y la dotación de los
establecimientos educativos de los materiales académicos y docentes necesarios
para que su labor sea eficiente y de calidad. Concibe entre las preocupaciones
de la educación el fomento y estímulo del deporte y la cultura física.
Por
último, señala que el Estado se preocupará por la defensa, difusión y
desarrollo de la cultura nacional, del arte popular y folclórico y la
protección de escritores y artistas nacionales. En este mismo sentido señala la
obligatoriedad de divulgar con amplitud todas las manifestaciones artísticas
que revistan formas populares y democráticas de otros pueblos.
El
programa también asume una posición frente a la cultura y a las manifestaciones
de existencia social, política y económica de las minorías nacionales (afro,
indígenas, raizales…), en esta medida un nuevo punto plantea la incorporación a
la economía y a la cultura de la población indígena, respetando sus costumbres,
tierras, lenguas y tradiciones y desarrollando su vida cultural. Es decir, el
otorgamiento de la totalidad de sus derechos de colombianos a la población
indígena.
Todos
los elementos de este programa del ELN fueron esbozados con algunos matices y
énfasis en la realización del Foro de Política Integral Agraria con Enfoque
Territorial, desarrollado por la sociedad civil y los empresarios a finales del
2012 y, son materia de discusión en la mesa de conversaciones de la Habana
entre el gobierno nacional y las FARC-EP.
En
síntesis, el principios programáticos del ELN desideologizado contiene
elementos propósitos y estructurales para cambios que se pueden desarrollar en
un ambiente de revoluciones y reformas democráticas, que se fijen como
propósito el bienestar, la tranquilidad, la convivencia y la paz de los
colombianos.
En
1963 el ELN desarrollaba las tareas de exploración para el asentamiento de su
proyecto político-revolucionario en algún lugar del territorio nacional; hoy
cincuenta años después, todos los esfuerzos de la organización y de la sociedad
civil deben dirigirse a que se creen las condiciones para que este programa
adquiera la justa dimensión de su concreción histórica en el ámbito de la lucha
política democrática.
El
gobierno Nacional y el ELN deben atender el clamor de paz de las distintas
expresiones del movimiento social y político y de la sociedad civil en general
e, iniciar de manera inmediata las exploraciones de un proceso de
conversaciones que conduzcan a la solución definitiva del conflicto armado. El
2013 debe ser el año de la paz.
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