lunes, 29 de octubre de 2012

Es incierto pero urgente el camino de la paz: ELN




Revista Insurrección, órgano de ELN de Colombia

La actual coyuntura del país está permeada por el tema de la paz y la solución política al conflicto.


Luego de varios años en que la clase dominante negó cualquier posibilidad de diálogo y de apostarle exclusivamente a la salida militar, al aniquilamiento de la insurgencia, ahora plantea disponerse a buscar un camino diferente al de la guerra para la construcción de un nuevo país.
Nada fácil es este camino y aún es incierto porque al examinar la vida del país, vemos que negociaciones y diálogos han existido a lo largo de toda nuestra historia, con resultados desfavorables para las fuerzas del cambio; un somero recuento:
-Domingo Benkos Biojó, líder palenquero, de los esclavos emancipados, creó una fuerza que golpeo con contundencia a los españoles y de dio origen a los primeros asentamientos de pueblos libres en la costa Atlántica; defensor de todo el acervo histórico-cultural de las comunidades negras violentamente desarraigadas del África.
Luego de negociaciones con el poder español, ejerciendo su derecho al territorio, fue traicionado y asesinado en Cartagena. Los españoles usaron el diálogo para ganar tiempo y aniquilar la resistencia cimarrona.
-Los comuneros y José Antonio Galán: luego de la memorable marcha de los comuneros, el virreinato español depositario de la monarquía española se valió, como tantas veces lo ha hecho la clase dominante, del poder de la iglesia y en cabeza del arzobispo Caballero y Góngora, pactó las capitulaciones de Zipaquirá, desmovilizaron los cerca de 30.000 comuneros para incumplir todo lo pactado. Luego de la traición de Berbeo y otros, José Antonio Galán retomó la lucha siendo apresado y vilmente torturado y asesinado. -La llamada época de la violencia: los guerrilleros del llano, en el gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla se pacto la paz, se dieron garantías para la reintegración de los guerrilleros a la vida civil. Guadalupe Salcedo líder guerrillero y popular es abatido cobardemente, así como otros importantes dirigentes que creyeron en las ofertas de paz de la clase dominante.
-En la década de los 80 y en el proceso dado en Casa Verde con las FARC se creo la Unión Patriótica como expresión política para desarrollar la lucha legal y amplia en condiciones de igualdad y seguridad por parte de agrupaciones de izquierda. Conocemos del baño de sangre que se dio contra la militancia y bases de esta organización, paralelo al exterminio y persecución contra A Luchar y el Frente Popular.
-Años 90, luego de un proceso de desmovilización y desarme de las guerrillas del M-19 y el EPL, es asesinado Carlos Pizarro Leongomez cuando lideraba un movimiento político electoral y era el candidato con mayor intención de voto; a su asesinato siguieron los de muchos otros dirigentes populares y defensores de Derechos Humanos, cuyos delitos son disentir del régimen.
Son lecciones que jamás pueden ser olvidadas por la insurgencia, por el pueblo consciente y batallador. No para decir que no se puede llegar a una mesa, sino para estar claros en que son enormes las dificultades para hallar una salida concertada al conflicto social y armado que desangra nuestra patria. Que no es fácil perfilar un escenario de futuro en Colombia, en el cual las comandancias y bases guerrilleras, puedan actuar sin temor a ser asesinadas por las fuerzas legales e ilegales del Estado que hoy mantienen intacta su maquinaria terrorista.
Colombia ha vivido hechos sin parangón en la historia mundial. La clase dominante es de una estirpe sanguinaria, aferrada a sus privilegios, de tal manera que se ha valido de toda clase de recursos para mantener su dominación, no ha tenido ningún reparo en acudir a las armas directamente, para crear y fortalecer organismos ilegales, para dar aliento y crear bandas paramilitares (hoy eufemísticamente llamadas “bacrim”). La clase dominante le apuesta a una paz barata, a una desmovilización y desarme sin otra consecuencia que el cese al fuego de los fusiles y la entrega de unos subsidios y garantías de participación política, porque “la constitución y leyes vigentes así como todo el ordenamiento social y político del país no se somete a discusión”.
Un proceso de paz que no tenga arraigo y participación popular en sus reclamos y derechos, está condenado a perecer y ser otra frustración mas, entenderlo así es definitivo.
La paz que ha planteado y reitera la insurgencia, no es para resolver problemas personales de sus integrantes, sino para reclamar los derechos del pueblo y la nación y a los que la clase dominante ha respondido con violencia. Si la disposición de paz que hoy plantea el presidente Santos no abre las puertas en esa dirección, el horizonte es incierto y de muy alto riesgo.
La insurgencia colombiana surgió y es depositaria de anhelos populares y reivindicación social, donde se sintetice la justicia y equidad social, la democracia y la soberanía, en esa condición de dignidad nos mantenemos.
La clase dominante está ante el reto de ceder en sus incontables privilegios, su monopolio del poder, de la fuerza, de la riqueza, dar muestras reales y afán de reconciliación que demuestren que le apunta a un camino diferente a la confrontación militar.
Tenemos experiencias como ELN en materia de diálogos. Desde 1990 en Cravo Norte y Tlaxcala (Méjico), en Maguncia Alemania, en Rio Verde (Antioquia), en el Sur de Bolívar y en las conversaciones desarrolladas en la Habana. Hemos presentado propuestas de solución, hemos propuesto el cese bilateral de fuegos y hostilidades como manera de dar un alivio al pueblo y generar confianzas, hemos plantado la realización de la Convención Nacional cuya esencia sigue teniendo plena vigencia, sabemos cómo y para dónde ir, no renunciaremos a nuestra concepción de poder popular, nos cabe el país en la cabeza, nuestra visión de gran patria latinoamericana está presente y en ello estamos comprometidos y sabemos abrazar un futuro de paz real para Colombia. 

viernes, 26 de octubre de 2012

Entrevista al Comandante de ELN, Nicolás Rodríguez Bautista

El Comandante de ELN, Nicolás Rodríguez Bautista 



Por Berria [www.berria.info]


P.- ¿Cual es el propósito exacto de la declaración conjunta? . ¿Significa una voluntad de crear una única agrupación guerrillera?
R.- Un abrazo fraterno al pueblo Vasco y nuestros sinceros deseos por sus éxitos en la lucha.
La declaración Conjunta ELN- FARC constata los esfuerzos de las dos fuerzas para unir voluntades en la lucha por transformaciones en el país y la paz de Colombia.
El propósito por ahora no es fundirnos en una sola organización, sino coordinar actividades político-militares en un plan de esfuerzos conjuntos, que permita avanzar en la paz si ese proceso logra salir adelante, como es nuestro deseo.
P- FARC-EP ha encauzado una vía de diálogo con el gobierno, ELN no. ¿Cómo afecta eso al propósito de acción conjunta de ambas agrupaciones?
R- Cada fuerza es soberana para desarrollar sus actividades y el hecho de que los compañeros hayan avanzado más que nosotros en los diálogos con el gobierno, no nos distancia; les hemos expresado que les deseamos todos los éxitos en ese complejo esfuerzo.
P- Recientemente el ELN ha mostrado otra vez su voluntad de unirse al proceso de dialogo que en octubre se iniciará entre FARC-EP y el gobierno. ¿Existe algún obstáculo que impida tal integración?
R.- La estrategia definida por los compañeros de las FARC fue avanzar con el gobierno en un proceso hacia la paz de Colombia y nosotros respetamos tal decisión; es posible que de abrirse los diálogos nuestros con el gobierno y en un esfuerzo, mas adelante confluyamos en una sola mesa.
P- El gobierno ha presentado como un logro el inicio de las conversaciones. Sin embargo, continúan los ataques contra las posiciones de las guerrillas, y el presidente Santos ha dicho que las operaciones del ejército continuarán en paralelo a las conversaciones. FARC-EP, en cambio, ha declarado que propondrá una tregua nada más sentarse en la mesa. ¿Creen que el gobierno cambiará de actitud? ¿Si es así, cómo y por qué?
R- La tragedia generada al pueblo colombiano por el conflicto social y armado, ha causado un número escandaloso de muertos, lisiados, desaparecidos, desplazados, exiliados y la ruptura del tejido social; de ahí la urgencia de construir la paz para terminar la guerra, así lo hemos reiterado desde hace mas de 20 años. Ahora que se abren posibilidades de un proceso de paz, coincidimos con los compañeros de las FARC en apostarle y plantear dialogar en medio de un cese al fuego y las hostilidades de forma bilateral, que le de credibilidad al proceso y genere confianzas.
Este punto de vista es compartido por las organizaciones populares y buena parte de la sociedad; sin embargo la oligarquía persiste en prolongar la guerra para ganarla en el campo de batalla; ella no le apuesta a una paz que implica cambios, sus esfuerzos los dirige hacia la pacificación para eliminar al opositor.
P- Parece ser que hay un repunte de la violencia paramilitar contra sindicalistas, líderes campesinos y otros actores de la lucha social, a pesar del plan de reintegración promovido por el ex-presidente Álvaro Uribe. Según FARC-EP y ELN, ¿quién tiene responsabilidad sobre esas actividades? ¿Cómo parar esa violencia que afecta directamente a la ciudadanía?
R.- La oligarquía colombiana ha serrado las posibilidades de avance de la lucha política de la oposición, por medio del terrorismo de Estado y la guerra sucia narcoparamilitar. Esta conducta es histórica y es lo que ha obligado a sectores de la juventud colombina a levantarse en armas.
Las matanzas se desatan contra el pueblo cuando éste arrecia la lucha en defensa de sus intereses. La oligarquía, para no cargar con la responsabilidad, creó grupos narcoparamilitares y se alió con matones a sueldo que cercenan las organizaciones populares asesinando sus dirigentes, a los que acusa de terroristas. En el anterior gobierno las matanzas, masacres y desplazamientos alcanzaron niveles escandalosos que fueron condenados por la comunidad internacional. Cuando este fenómeno se hizo irresistible e inmanejable, Uribe pactó con los jefes narcoparamilitares un acuerdo en el que éstos fingían desmovilizarse, dejando en la más atroz impunidad sus crímenes.
Luego de confusos hechos de deslealtades entre los narcoparamilitares y el gobierno, el ex Presidente Uribe los encarceló y extraditó a algunos cabecillas a los Estados Unidos, para que no destaparan su alianza con la oligarquía y su gobierno.
Por lo tanto no es verdad que se haya desmontado y desaparecido el paramilitarismo. Este subsiste ahora bajo el nombre de Bandas Criminales (BACRIM), pretendiendo demostrar que estas son diferentes a los paramilitares.
Estas mismas bandas siguen sembrando el terror asesinando y amenazando a opositores políticos y sociales. Son tantos y numerosos los hechos criminales que permanecen en la impunidad, que no cabe duda que el paramilitarismo en Colombia obedezca a una política de Estado
P- ¿Ahora mismo, a parte de la inexistencia de una tregua, cuales son los mayores obstáculos para la paz? ¿Cómo superarlos?
R- La paz de Colombia la va a definir el pueblo mismo, que es quien sufre los efectos de la guerra, por la vía de sus luchas y la exigencia de ponerle fin, exigencia que viene en aumento. El conflicto desaparece y la guerra se acaba, si se solucionan los gravísimos problemas políticos económicos y sociales que la originaron y alimentan; si se abren los causes y garantías reales para que el pueblo desarrolle la lucha política, no sería necesario tener que recurrir a las armas.
La gran pregunta que todos nos hacemos en Colombia es: ¿tendrá la oligarquía, después de 50 años de guerra, la voluntad de facilitar los cambios que requiere Colombia y dar garantías a la oposición política? Si así fuere, seguro que habrá paz.
P- Durante décadas los Estados Unidos de América han sido un actor determinante en el conflicto colombiano. ¿Cuál creen que será su actitud en el proceso de diálogo? ¿Debería jugar algún papel?
R- El carácter guerrerista y de gendarme internacional, es inherente a su condición de imperio, por eso EE. UU. es un impedimento para la paz de Colombia y de hecho, esta ha sido una de las dificultades para llevar a cabo un verdadero proceso de paz.
Ellos solo velan por sus intereses y lo que se los impide, lo bloquean y combaten.
P- ¿Y los países de la región? ¿Qué pueden aportar al proceso colombiano?
R- Sin duda pueden aportar mucho, solo un ejemplo, en los procesos de dialogo ente el ELN y gobiernos anteriores, se creó un grupo de países amigos, estuvo Cuba, Noruega, Francia, España, Suiza, Suecia.
En el gobierno de Uribe al final del proceso de paz con el ELN, Uribe nombró al presidente Chávez como facilitador del proceso aunque; luego lo suspendió su misión unilateralmente, de manera vulgar y agresiva. y unilateral.
Ahora En este el proceso de diálogos que se ha iniciado con las FARC, participan es de público conocimiento que ejercen como facilitadotes los gobiernos de Venezuela Cuba, Noruega y Chile.
Sin duda, El ELN considera que un proceso de paz serio y complejo como en Colombia, es importante y necesaria la participación de gobiernos que actúen con respeto e imparcialidad.
En un proceso de paz serio y complejo como en Colombia, es importante y necesaria la participación de gobiernos que actúen con respeto e imparcialidad. hace indispensable el decidido aporte de la comunidad internacional.
P- En la declaración conjunta se incide en la vital importancia de “la acción de masas en las calles, el levantamiento popular en el campo y las ciudades”.
¿Significa eso una voluntad de cambio de estrategia? ¿Es decir, FARC-EP y ELN vislumbran un fin cercano de la lucha militar contra el Estado?
R- El ELN siempre le ha otorgado un papel preponderante a la participación y la lucha de masas, en el avance del proceso revolucionario. El movimiento guerrillero surge y existe , gracias al apoyo popular. Ahora que la paz es una exigencia del país, esta monumental obra la debemos construir entre todos, y no solo entre gobierno y guerrillas.
Por lo tanto hacemos un llamado a todas las organizaciones políticas, populares y sociales, a los demócratas y patriotas y por su puesto a la comunicad internacional, que la asuman como suya y participen activamente en la construcción de la paz, que le ponga fin a la guerra.

¿La Paz de Quién?

El pasado 18 de Octubre con la instalación de la mesa de dialogo, entre el gobierno colombiano y las FARC en Oslo Noruega, se inició la fase dos, un nuevo y laudable esfuerzo por la paz de Colombia.
Las diferencias existentes entre las partes, que brotaron en pronunciado caudal, tanto en las palabras protocolares como en la Rueda de Prensa, encendió los ánimos de los grandes medios informativos y de los comentaristas del régimen, que han torpedeado y hecho daño a los procesos de paz anteriores.
Esa carga negativa que se arroja ahora sobre el futuro de los diálogos, perjudica estos esfuerzos y contradice la aureola optimista de los días anteriores.
Hay que ser realistas, lograr una paz estable y duradera, pasa por un proceso de construcción y largo aliento, donde se requiere mucha comprensión, flexibilidad y tolerancia de los contrincantes, en el que no sólo el Gobierno y la insurgencia sean los depositarios de esta loable meta, sino la nación entera con su diversidad regional, sectorial, generacional y cultural.
Ojala reflexionen los grandes medios informativos y entiendan que este comportamiento genera desconfianza y no ayuda a sembrar, sino que le da fuerza a los enemigos de la paz para que le pongan palos a las ruedas.
Si de verdad se está pensando en la terminación del conflicto para que por fin los colombianos podamos convivir en paz, es necesario que se rodee la mesa con la critica sana ante fallas que puedan cometerse, entendiendo que se dialoga entre contendientes que son humanos, que defienden ideas y proyectos contrarios, y cargan el cúmulo de heridas y sentimientos causados en medio siglo de guerra.
Es cómodo mirar la corrida de toros desde la barrera y asumir posturas descalificadoras y sesgadas, desde una de las esquinas e intereses de los contendientes. Esta manera parcializada de actuar, estropea el camino de la salida incruenta, que reclaman las grandes mayorías de la Nación y le sirve y apuesta, no a la paz sino a una de las partes que busca resolver el conflicto sin que nada cambie para que todo siga igual.
Es entendible que existan interrogantes y surjan otros en la medida que pasan los días, así como desconfianzas y falta de credibilidad de parte y parte sobre el cómo y a qué costo se logra la terminación del conflicto, para que pueda reinar la paz.
Cabe preguntarse, ¿de verdad se está por un futuro de país para todos y no solo para unos pocos y qué implica hacer cambios? De ser así, el proceso que se inicia no debe torpedearse, sino apuntalarse con el concurso de los distintos sectores sociales que históricamente han trabajado por la paz y la han convertido en motivo de lucha permanente.
No solo es la guerrilla, como algunos lo pretenden, la que debe hacer los esfuerzos hacia la paz, sino también la oligarquía como contraparte, a través del gobierno que la representa, desactivando las causas originarias y que alimentan el conflicto interno, que no es solo armado, sino y fundamentalmente social.
El pueblo colombiano que es quien sufre los efectos del conflicto, debe ser el protagonista del esfuerzo verdadero en ponerle fin para que dicho conflicto sea un capítulo más del pasado, en la historia nacional.
No es sensato que el Gobierno se plantee reducir la participación de la sociedad a una dinámica de unos foros, argumentando que enriquecerán la mesa de dialogo, cuando la realidad demuestra que las organizaciones populares y sociales tienen una dinámica propia de lucha para exigir su protagonismo en un proceso de paz, que debe estar estrechamente ligado y en la perspectiva de resolver los problemas que atañen a las mayorías.
Si El gobierno no entiende esas realidades y pretende encasillar la lucha de la sociedad por la paz, solo a la a los estrechos marcos de un congreso desgastado por la corrupción, la parapolítica y los intereses de grupos de poder de las élites, esa anhelada paz terminará por ser una frustración.
Este momento debe mostrar la grandeza de las partes contendientes, darle confianza a la sociedad, demostrando que la paz de que hablamos es la apuesta verdadera donde no hay vencedores ni vencidos sino ganadores, porque Colombia será el país que empiece a construir justicia y equidad, democracia y soberanía, lo cual traerá reconciliación, basada en el respeto y el reconocimiento de todas y todos los colombiano.
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Locomotora Minero-Enegética: Una Pesadilla

El ELN ha cuestionado de manera reiterativa las políticas públicas de privatizaciones de sectores estratégicos de la economía, la des-industrialización y des-agrarización del país.
La producción agrícola pasa por una profunda crisis, hasta el punto que de ser autosuficiente y hasta exportar productos del campo, hoy Colombia importa más de 10 toneladas al año de productos agrícolas que antes producía, con perjuicio de la seguridad alimentaria.
Los últimos gobiernos siguiendo el credo neoliberal, renunciaron a fomentar los planes de desarrollo de la industria nacional y el apoyo a la agricultura campesina, volcando los esfuerzos hacia la producción exportadora y priorizando los planes hacia convertir a Colombia, por excelencia, en un país minero y productor de biocombustibles.
A más de dos años J. M. Santos empieza a recibir tropiezos en la ilusión de implementar el “plan Minero-2019”, del ex Presidente Uribe, y que él adoptó como una de las llamadas cinco locomotoras, para el desarrollo del país.
Este plan neoliberal en beneficio de una pequeña minoría y corporaciones extranjeras, agrava la situación y el entorno social de las comunidades, que viven en las cerca 30 millones de hectáreas, entregadas a las trasnacionales para la explotación minera.
Es evidente el desespero por encontrar nuevos recursos para garantizar el saqueo y satisfacer a las más de cien trasnacionales que llegaron al país, bajo la ilusión de la seguridad inversionista y las jugosas gabelas ofrecidas por el gobierno.
El plan minero 2019, complementado con el de las cinco locomotoras entre ellas la minero-energética, pretende producir más de un millón de barriles diarios de petróleo.
Hasta la fecha la producción promedio se ha mantenido en 934.000 barriles diarios. El petróleo representa un poco mas del 50% de los ingresos que llegan al país por exportaciones, cerca de US$ 60.000 millones, los cuales se van por el desagüe de la burocracia corrupta, sin que se beneficien las comunidades, las cuales reciben solo migajas.
La principal producción petrolera se encuentra en 10 campos. En el 2011, según cifras del Ministerio de Minas y Energía, el 50.4% de toda la producción se generó en los campos ubicados en el Meta y el resto, en los campos de Arauca, Santander, Casanare y Putumayo.
*.- Campo Rubiales en el Meta, consecionado a la Pacific Rubiales Energy, operadora canadiense; es el que más produce, 220 mil barriles diarios (18% de la producción nacional);
*.- Castilla en el Meta.
*.- Caño Limón en Arauca, consecionado a Oxy, operadora estadounidense.
*.- Castilla Norte, en el Meta.
*.- Cira en Santander. Entre las 5 producen cerca del 30% del total nacional.
En el año 2003 las reservas de crudo eran de 1.5 millones de barriles y 28 pozos exploratorios; en el 2010, las reservas llegaron a 2.0 millones.
Hay un desfase evidente en la meta de exploración y explotación. En el año 2011, fueron perforados 126 pozos de los 150 que se tenía como meta, de los cuales 35 resultaron productores, 53 están en pruebas y 38 secos.
En el primer semestre de 2012, se perforaron 63 pozos, 16 resultaron secos y 47 estaban en prueba.
En este momento y con la producción actual, Colombia ocupa el tercer lugar en la producción de crudo en Suramérica, después de Venezuela y Brasil; y el sexto en la producción de gas.
Millones de barriles día:
1. Venezuela...... 2.720.000
2. Brasil..........2.193.000
3. Colombia........ 934.000
4. Ecuador......... 509.000
El plan minero-energético atraviesa dificultades para cumplir la meta propuesta; una de ellas, es el lento incremento de las reservas y pozos productivos; con grandes esfuerzos se ha logrado establecer reservas de crudo por 2 millones de barriles, resultando muchos de los pozos secos y otros en prueba.
A lo anterior hay que agregarle el rechazo de comunidades, ambientalistas, trabajadores, académicos y patriotas en general, así como el accionar de la insurgencia que se opone a que las trasnacionales se llevan la riqueza y dejen solo socavones y naturaleza muerta.
La posición y exigencia del ELN sobre la extracción de los recursos naturales, es que éstos sirvan para el desarrollo nacional, el bienestar de las comunidades y que se haga con protección de la naturaleza.
Así mismo que las mayorías nacionales sean partícipes en el análisis, discusión y definición del país que todos queremos y en las transformaciones y cambios necesarios para que la solución al conflicto social y armado y la paz, sea una realidad concreta.

miércoles, 24 de octubre de 2012

ELN: ¿La Paz de Quién? (Reflexiones sobre el inicio de los diálogos de paz)





“El pueblo colombiano que es quien sufre los efectos del conflicto, debe ser el protagonista del esfuerzo verdadero en ponerle fin para que dicho conflicto sea un capítulo más del pasado, en la historia nacional.”
¿La Paz de Quién? Reflexiones sobre el inicio de los diálogos de paz.
Revista Insurrección, 22 de Octubre de 2012
El pasado 18 de Octub|re con la instalación de la mesa de dialogo, entre el gobierno colombiano y las FARC en Oslo Noruega, se inició la fase dos, un nuevo y laudable esfuerzo por la paz de Colombia.
Las diferencias existentes entre las partes, que brotaron en pronunciado caudal, tanto en las palabras protocolares como en la Rueda de Prensa, encendió los ánimos de los grandes medios informativos y de los comentaristas del régimen, que han torpedeado y hecho daño a los procesos de paz anteriores.
Esa carga negativa que se arroja ahora sobre el futuro de los diálogos, perjudica estos esfuerzos y contradice la aureola optimista de los días anteriores.
Hay que ser realistas, lograr una paz estable y duradera, pasa por un proceso de construcción y largo aliento, donde se requiere mucha comprensión, flexibilidad y tolerancia de los contrincantes, en el que no sólo el Gobierno y la insurgencia sean los depositarios de esta loable meta, sino la nación entera con su diversidad regional, sectorial, generacional y cultural.
Ojala reflexionen los grandes medios informativos y entiendan que este comportamiento genera desconfianza y no ayuda a sembrar, sino que le da fuerza a los enemigos de la paz para que le pongan palos a las ruedas.
Si de verdad se está pensando en la terminación del conflicto para que por fin los colombianos podamos convivir en paz, es necesario que se rodee la mesa con la critica sana ante fallas que puedan cometerse, entendiendo que se dialoga entre contendientes que son humanos, que defienden ideas y proyectos contrarios, y cargan el cúmulo de heridas y sentimientos causados en medio siglo de guerra.
Es cómodo mirar la corrida de toros desde la barrera y asumir posturas descalificadoras y sesgadas, desde una de las esquinas e intereses de los contendientes. Esta manera parcializada de actuar, estropea el camino de la salida incruenta, que reclaman las grandes mayorías de la Nación y le sirve y apuesta, no a la paz sino a una de las partes que busca resolver el conflicto sin que nada cambie para que todo siga igual.
Es entendible que existan interrogantes y surjan otros en la medida que pasan los días, así como desconfianzas y falta de credibilidad de parte y parte sobre el cómo y a qué costo se logra la terminación del conflicto, para que pueda reinar la paz.
Cabe preguntarse, ¿de verdad se está por un futuro de país para todos y no solo para unos pocos y qué implica hacer cambios? De ser así, el proceso que se inicia no debe torpedearse, sino apuntalarse con el concurso de los distintos sectores sociales que históricamente han trabajado por la paz y la han convertido en motivo de lucha permanente.
No solo es la guerrilla, como algunos lo pretenden, la que debe hacer los esfuerzos hacia la paz, sino también la oligarquía como contraparte, a través del gobierno que la representa, desactivando las causas originarias y que alimentan el conflicto interno, que no es solo armado, sino y fundamentalmente social.
El pueblo colombiano que es quien sufre los efectos del conflicto, debe ser el protagonista del esfuerzo verdadero en ponerle fin para que dicho conflicto sea un capítulo más del pasado, en la historia nacional.
No es sensato que el Gobierno se plantee reducir la participación de la sociedad a una dinámica de unos foros, argumentando que enriquecerán la mesa de dialogo, cuando la realidad demuestra que las organizaciones populares y sociales tienen una dinámica propia de lucha para exigir su protagonismo en un proceso de paz, que debe estar estrechamente ligado y en la perspectiva de resolver los problemas que atañen a las mayorías.
Si el gobierno no entiende esas realidades y pretende encasillar la lucha de la sociedad por la paz, solo a la a los estrechos marcos de un congreso desgastado por la corrupción, la parapolítica y los intereses de grupos de poder de las élites, esa anhelada paz terminará por ser una frustración.
Este momento debe mostrar la grandeza de las partes contendientes, darle confianza a la sociedad, demostrando que la paz de que hablamos es la apuesta verdadera donde no hay vencedores ni vencidos sino ganadores, porque Colombia será el país que empiece a construir justicia y equidad, democracia y soberanía, lo cual traerá reconciliación, basada en el respeto y el reconocimiento de todas y todos los colombiano. 

jueves, 4 de octubre de 2012

ELN: Carta abierta del Comandante Nicolás (respuesta a la carta de Alejo Vargas)




ELN: Carta abierta del Comandante Nicolás (respuesta a la carta de Alejo Vargas)


Carta Abierta: Respuesta a la carta de Alejo Vargas
(Abajo sigue la carta original del columnista Alejo Vargas)

Señor Alejo Vargas:

Respondo su carta del pasado 17 de Septiembre, considerando importante que el país conozca, los puntos de vista que tenemos quienes desde realidades diversas, vemos urgente superar el grave conflicto social y armado que padece Colombia.

Usted ha tenido oportunidad de transitar diversos escenarios políticos y ahora expresa puntos de vista respetables, pero contradictorios.

Se puede argumentar que las condiciones han cambiado, y esto nadie lo refuta; sin embargo en la tragedia colombiana, la historia pareciera repetirse.

Argumenta usted que es urgente resolver el conflicto armado y luego, en un mejor ambiente resolver los problemas históricos que aquejan a Colombia.

Hace varios años, usted estaba de acuerdo conmigo, que esa vieja fórmula era engañosa y peligrosa, por tanto inaceptable. Porqué ahora es favorable y debe acogerse? No lo entiendo.

Usted conoce bien que esa fue la fórmula aplicada a las guerrillas liberales de los años 50, a las guerrillas del M19 y las del EPL a finales de la década de los 80 del siglo pasado.

Si el impedimento para una política que resuelva los problemas sociales, es la existencia de las organizaciones insurgentes, ¿por qué antes de su existencia esa proyección no se la imprimió a Colombia la elite dominante y sí produjo los dolorosos hechos que dieron como resultado el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán y el levantamiento en armas del entonces?

Acaso Ud. olvida que las promesas a las guerrillas liberales fue la paz, la reconstrucción del país, y la convivencia pacífica para resolver los graves problemas sociales de entonces y que bajo esa premisa se desmovilizaron dichas guerrillas y posteriormente sus líderes fueron asesinados por la oligarquía y se instaló el mal llamado Frente Nacional de ingrata recordación para los pobres durante más de 30 años, y de alta satisfacción para la elite dominante que fortaleció su unidad y se enriqueció aún más?

Entre los logros resaltantes de la desmovilización del M19 se cuenta La Constitución del 91.

Sería interesante evaluar el impacto y cambios que dicha Constitución ha producido en la vida política y social.

¿Qué queda de ella después de los permanentes recortes que le ha hecho esa derecha que impide que se produzcan cambios en el país?

Lo que se ha afianzado son las políticas neoliberales y guerreristas y de esa Constitución solo queda un remedo escandaloso que estremece en su tumba a dirigentes sacrificados en ese empeño como el destacado líder Carlos Pizarro León Gómez.

Señala usted que: “Una negociación de cierre del conflicto interno armado en la Colombia de hoy no puede condicionarse a la resolución de históricos problemas que afectan a millones de nuestros compatriotas”….

Ese punto de vista es tan absurdo como peligroso y atentatorio para el futuro de los cambios que Colombia requiere.

Usted sabe que los orígenes del conflicto colombiano son económicos y sociales y que su agudización parió el conflicto armado; es decir que ante la imposibilidad de encontrar caminos de solución política, a los graves problemas sociales, surgieron las guerrillas revolucionarias de la década de los 60 y diez años antes de ellas, surgieron las guerrillas liberales producto del terrorismo de Estado que asesinó a Gaitán.

No es ningún secreto que la oligarquía colombiana históricamente ha recurrido a la violencia para afianzarse en el poder y aniquilar la oposición. El pueblo colombiano sigue viviendo la larga noche del paramilitarismo y el terrorismo de Estado continúa ejerciendo la guerra sucia.  Ud. en su tesis, hace referencia a la necesidad de desactivar el conflicto armado, entendemos que se refiere a la guerrilla, porque no hace alusión al otro componente del a guerra interna.

No encontramos asidero para darle razón a su tesis, señor Vargas, de que hay que superar el conflicto armado para ahí sí empeñarnos todos en resolver el conflicto social; la consideramos parcializada.

Ud. pasa por alto que millares de compatriotas siguen siendo asesinados por reclamar la tierra que les robó el narcoparamilitarismo, por reclamar con dignidad sus derechos sociales y políticos desde la mal llamada legalidad institucional?

Es pertinente rememorar aquella sabia afirmación de que “Quien no conoce, u olvida la historia, está condenado a repetirla”

Acaso usted comparte la tesis de quienes afirman que el narcoparamilitarismo desapareció, que la estructura terrorista del Estado está desactivada y que la guerra sucia es algo del pasado?

No puede ignorarse que éstos son la otra parte del conflicto armado, mucho más desastrosa y sobre todo repudiable por ser el mismo Estado, quien desde la clandestinidad, los utiliza para eliminar y aterrorizar la oposición política.

Nadie que sea sensato en los análisis de la realidad colombiana, puede negar que esos fenómenos criminales, obedezcan a una política de Estado; las pruebas son muchas e irrefutables.

Mientras esa estructura terrorista del Estado y su socio el narcoparamilitarismo, que sigue siendo parte indisoluble de las instituciones, no se desactive, no existirán garantías para la oposición política.

Las garantías políticas no se establecen por decreto y nada más equivocado que fracturar mecánicamente el conflicto para plantear que primero hay que superar el componente armado guerrillero para luego iniciar el camino de superación del componente social, ese ha sido como dijo alguien “el viejo truco”.

Quien quiera resolver el conflicto social y armado colombiano debe ir a las causas que lo produjeron y si ellas se superan, el conflicto armado será superado por la misma fuerza de la realidad, sin necesidad de sofisticados artilugios.

El pueblo colombiano no es guerrerista, solo que por dignidad y sueños de futuro, ha encontrado en el levantamiento en armas una manera de resistir y buscar un mejor futuro.

Alcanzar esta meta no puede medirse en años sino en condiciones que lo posibiliten, en esto reivindicamos a Camilo cuando dijo “ya hemos comenzado porque la jornada es larga”

El ELN tiene toda la disponibilidad de acudir a una mesa de dialogo con el gobierno del presidente Santos, a buscar puntos de encuentro para iniciar y avanzar en el camino de la paz, siendo realistas en que existen visiones contrapuestas de cómo hacerlo.

Partimos de la tozuda realidad de que ni la lucha armada y popular ha alcanzado la victoria, ni la clase en el poder ha podido derrotar las guerrillas en medio siglo de brutal confrontación y que es urgente buscarle a este grave y desbordado conflicto, una salida política donde aceptándonos como partes contendientes, lleguemos a un acuerdo serio y respetuoso que abra el camino de la reconstrucción del país en un proceso de paz real, estable y duradero que ponga fin al conflicto y le ofrezca a las futuras generaciones una patria en justicia y equidad social, democracia y soberanía.

El ELN tiene toda la voluntad de sentarse a dialogar con el gobierno, considerando que podrá más la sensatez, que la vieja aspiración de imponer la paz romana, de vencedores y vencidos, que es uno de los errores cometidos en los pasados diálogos y que fracasado en estos últimos 50 años.

Colombia para los trabajadores. Ni un paso atrás Liberación o muerte

Montañas de Colombia Por el Comando Central del ELN Nicolás Rodríguez Bautista

Octubre 1 de 2012

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Carta abierta a Gabino y al Coce del Eln

Por Alejo Vargas Velásquez *|

Publicado el 16 de septiembre de 2012 - El Colombiano

Alejo Vargas Velásquez
En mi condición de miembro de la Comisión Facilitadora Civil que ha acompañado varios esfuerzos de paz del ELN con el Gobierno Nacional y del Grupo de Garantes de Casa de Paz, que apoyamos el último intento de diálogos de paz en La Habana, durante el Gobierno de Álvaro Uribe , quiero hacerles públicamente y con respeto un llamado a que reflexionen, valoren que el momento de la paz en Colombia ha llegado y actúen en consecuencia.

El conflicto interno armado colombiano nos ha causado mucho daño; ha sido casi medio siglo en el cual miles de compatriotas han sufrido los efectos negativos del mismo, muertes, heridas, mutilaciones, desplazamientos, secuestros, desapariciones forzadas, para solo mencionar los impactos más protuberantes que han causado dolor, daño, heridas profundas en nuestro tejido social, e impactos negativos en su desarrollo.

Hasta el momento, el modelo de negociación con actores ilegales que ha primado en Colombia ha sido el de ‘negociación a destajo’, negociar pedazos de paz con distintos actores de violencia y eso ha sido parcialmente positivo, pero dejar atrás el conflicto interno armado requiere una negociación simultánea, en conjunto o en paralelo, con las dos guerrillas más antiguas y determinantes de la dinámica del conflicto armado.

Por ello, creo que ustedes deberían, con sensatez política y aprovechando la extraordinaria coincidencia que el Gobierno del Presidente Santos y las Farc han llegado a una agenda y unos procedimientos para ponerle fin al conflicto armado, dar los pasos necesarios -ojalá ya los estén dando, así como el Gobierno- para definir un acuerdo parecido, que permita que la negociación con las dos guerrillas, en la misma secuencia temporal, apunte a una real terminación del conflicto interno armado.

Desearía que Gabino, como el líder histórico y fundador del ELN, la guerrilla en que militó y murió el sacerdote Camilo Torres Restrepo, y el resto del Comando Central, tengan el gran valor de dar este paso revolucionario para los tiempos actuales y el acierto político de comprender que llegó el momento de cerrar este largo conflicto armado entre colombianos.

Así podríamos los colombianos enfrentarnos con entusiasmo a abordar el postconflicto armado y a la construcción de un país sin violencia, con mayor equidad y con una democracia más profundizada, con buenos conflictos, donde los diversos sectores sociales puedan expresar y luchar por sus demandas, sin que los estigmaticen por ser supuestos auxiliadores de las guerrillas, es decir, una democracia actuante, como la merecemos los colombianos.

Una negociación de cierre del conflicto interno armado en la Colombia de hoy no puede condicionarse a la resolución de históricos problemas que afectan a millones de nuestros compatriotas, que es la agenda que debe guiar a todos los colombianos en las próximas décadas; mientras tanto ustedes, como parte de una organización política dentro de la legalidad y con la fuerza de las ideas y del debate democrático, deben y pueden contribuir a que esto se logre.

Así podrían aportar de manera realista, no sólo a construir una sociedad más equilibrada, sino una democracia consolidada, que fueron banderas que estuvieron en los orígenes de sus justificaciones históricas.

Seguramente la Iglesia Católica y otras iglesias, los obreros de la industria petrolera, los estudiantes, los indígenas del Cauca, las negritudes, las iniciativas de paz que han acompañado esfuerzos de diálogos anteriores, estaremos en disposición de apoyar y acompañar el esfuerzo definitivo hacia el cierre del conflicto interno armado y todos reconoceríamos ese paso como una contribución a la paz.

Los protagonistas de la guerra tienen la obligación de concluir y rubricar el fin del conflicto armado.

* Profesor Universidad Nacional Twitter: @alejovargasve