lunes, 29 de octubre de 2012

Es incierto pero urgente el camino de la paz: ELN




Revista Insurrección, órgano de ELN de Colombia

La actual coyuntura del país está permeada por el tema de la paz y la solución política al conflicto.


Luego de varios años en que la clase dominante negó cualquier posibilidad de diálogo y de apostarle exclusivamente a la salida militar, al aniquilamiento de la insurgencia, ahora plantea disponerse a buscar un camino diferente al de la guerra para la construcción de un nuevo país.
Nada fácil es este camino y aún es incierto porque al examinar la vida del país, vemos que negociaciones y diálogos han existido a lo largo de toda nuestra historia, con resultados desfavorables para las fuerzas del cambio; un somero recuento:
-Domingo Benkos Biojó, líder palenquero, de los esclavos emancipados, creó una fuerza que golpeo con contundencia a los españoles y de dio origen a los primeros asentamientos de pueblos libres en la costa Atlántica; defensor de todo el acervo histórico-cultural de las comunidades negras violentamente desarraigadas del África.
Luego de negociaciones con el poder español, ejerciendo su derecho al territorio, fue traicionado y asesinado en Cartagena. Los españoles usaron el diálogo para ganar tiempo y aniquilar la resistencia cimarrona.
-Los comuneros y José Antonio Galán: luego de la memorable marcha de los comuneros, el virreinato español depositario de la monarquía española se valió, como tantas veces lo ha hecho la clase dominante, del poder de la iglesia y en cabeza del arzobispo Caballero y Góngora, pactó las capitulaciones de Zipaquirá, desmovilizaron los cerca de 30.000 comuneros para incumplir todo lo pactado. Luego de la traición de Berbeo y otros, José Antonio Galán retomó la lucha siendo apresado y vilmente torturado y asesinado. -La llamada época de la violencia: los guerrilleros del llano, en el gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla se pacto la paz, se dieron garantías para la reintegración de los guerrilleros a la vida civil. Guadalupe Salcedo líder guerrillero y popular es abatido cobardemente, así como otros importantes dirigentes que creyeron en las ofertas de paz de la clase dominante.
-En la década de los 80 y en el proceso dado en Casa Verde con las FARC se creo la Unión Patriótica como expresión política para desarrollar la lucha legal y amplia en condiciones de igualdad y seguridad por parte de agrupaciones de izquierda. Conocemos del baño de sangre que se dio contra la militancia y bases de esta organización, paralelo al exterminio y persecución contra A Luchar y el Frente Popular.
-Años 90, luego de un proceso de desmovilización y desarme de las guerrillas del M-19 y el EPL, es asesinado Carlos Pizarro Leongomez cuando lideraba un movimiento político electoral y era el candidato con mayor intención de voto; a su asesinato siguieron los de muchos otros dirigentes populares y defensores de Derechos Humanos, cuyos delitos son disentir del régimen.
Son lecciones que jamás pueden ser olvidadas por la insurgencia, por el pueblo consciente y batallador. No para decir que no se puede llegar a una mesa, sino para estar claros en que son enormes las dificultades para hallar una salida concertada al conflicto social y armado que desangra nuestra patria. Que no es fácil perfilar un escenario de futuro en Colombia, en el cual las comandancias y bases guerrilleras, puedan actuar sin temor a ser asesinadas por las fuerzas legales e ilegales del Estado que hoy mantienen intacta su maquinaria terrorista.
Colombia ha vivido hechos sin parangón en la historia mundial. La clase dominante es de una estirpe sanguinaria, aferrada a sus privilegios, de tal manera que se ha valido de toda clase de recursos para mantener su dominación, no ha tenido ningún reparo en acudir a las armas directamente, para crear y fortalecer organismos ilegales, para dar aliento y crear bandas paramilitares (hoy eufemísticamente llamadas “bacrim”). La clase dominante le apuesta a una paz barata, a una desmovilización y desarme sin otra consecuencia que el cese al fuego de los fusiles y la entrega de unos subsidios y garantías de participación política, porque “la constitución y leyes vigentes así como todo el ordenamiento social y político del país no se somete a discusión”.
Un proceso de paz que no tenga arraigo y participación popular en sus reclamos y derechos, está condenado a perecer y ser otra frustración mas, entenderlo así es definitivo.
La paz que ha planteado y reitera la insurgencia, no es para resolver problemas personales de sus integrantes, sino para reclamar los derechos del pueblo y la nación y a los que la clase dominante ha respondido con violencia. Si la disposición de paz que hoy plantea el presidente Santos no abre las puertas en esa dirección, el horizonte es incierto y de muy alto riesgo.
La insurgencia colombiana surgió y es depositaria de anhelos populares y reivindicación social, donde se sintetice la justicia y equidad social, la democracia y la soberanía, en esa condición de dignidad nos mantenemos.
La clase dominante está ante el reto de ceder en sus incontables privilegios, su monopolio del poder, de la fuerza, de la riqueza, dar muestras reales y afán de reconciliación que demuestren que le apunta a un camino diferente a la confrontación militar.
Tenemos experiencias como ELN en materia de diálogos. Desde 1990 en Cravo Norte y Tlaxcala (Méjico), en Maguncia Alemania, en Rio Verde (Antioquia), en el Sur de Bolívar y en las conversaciones desarrolladas en la Habana. Hemos presentado propuestas de solución, hemos propuesto el cese bilateral de fuegos y hostilidades como manera de dar un alivio al pueblo y generar confianzas, hemos plantado la realización de la Convención Nacional cuya esencia sigue teniendo plena vigencia, sabemos cómo y para dónde ir, no renunciaremos a nuestra concepción de poder popular, nos cabe el país en la cabeza, nuestra visión de gran patria latinoamericana está presente y en ello estamos comprometidos y sabemos abrazar un futuro de paz real para Colombia. 

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