Revista Insurrección, órgano de ELN de Colombia
La actual coyuntura del país está permeada por el tema
de la paz y la solución política al conflicto.
Luego de varios años en que la clase dominante negó
cualquier posibilidad de diálogo y de apostarle exclusivamente a la salida militar,
al aniquilamiento de la insurgencia, ahora plantea disponerse a buscar un camino
diferente al de la guerra para la construcción de un nuevo país.
Nada fácil es este camino y aún es incierto porque al
examinar la vida del país, vemos que negociaciones y diálogos han existido a lo
largo de toda nuestra historia, con resultados desfavorables para las fuerzas del
cambio; un somero recuento:
-Domingo Benkos Biojó, líder palenquero, de los esclavos
emancipados, creó una fuerza que golpeo con contundencia a los españoles y de dio
origen a los primeros asentamientos de pueblos libres en la costa Atlántica; defensor
de todo el acervo histórico-cultural de las comunidades negras violentamente desarraigadas
del África.
Luego de negociaciones con el poder español, ejerciendo
su derecho al territorio, fue traicionado y asesinado en Cartagena. Los españoles
usaron el diálogo para ganar tiempo y aniquilar la resistencia cimarrona.
-Los comuneros y José Antonio Galán: luego de la memorable
marcha de los comuneros, el virreinato español depositario de la monarquía española
se valió, como tantas veces lo ha hecho la clase dominante, del poder de la iglesia
y en cabeza del arzobispo Caballero y Góngora, pactó las capitulaciones de Zipaquirá,
desmovilizaron los cerca de 30.000 comuneros para incumplir todo lo pactado. Luego
de la traición de Berbeo y otros, José Antonio Galán retomó la lucha siendo apresado
y vilmente torturado y asesinado. -La llamada época de la violencia: los guerrilleros
del llano, en el gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla se pacto la paz, se dieron
garantías para la reintegración de los guerrilleros a la vida civil. Guadalupe Salcedo
líder guerrillero y popular es abatido cobardemente, así como otros importantes
dirigentes que creyeron en las ofertas de paz de la clase dominante.
-En la década de los 80 y en el proceso dado en Casa
Verde con las FARC se creo la Unión Patriótica como expresión política para desarrollar
la lucha legal y amplia en condiciones de igualdad y seguridad por parte de agrupaciones
de izquierda. Conocemos del baño de sangre que se dio contra la militancia y bases
de esta organización, paralelo al exterminio y persecución contra A Luchar y el
Frente Popular.
-Años 90, luego de un proceso de desmovilización y desarme
de las guerrillas del M-19 y el EPL, es asesinado Carlos Pizarro Leongomez cuando
lideraba un movimiento político electoral y era el candidato con mayor intención
de voto; a su asesinato siguieron los de muchos otros dirigentes populares y defensores
de Derechos Humanos, cuyos delitos son disentir del régimen.
Son lecciones que jamás pueden ser olvidadas por la
insurgencia, por el pueblo consciente y batallador. No para decir que no se puede
llegar a una mesa, sino para estar claros en que son enormes las dificultades para
hallar una salida concertada al conflicto social y armado que desangra nuestra patria.
Que no es fácil perfilar un escenario de futuro en Colombia, en el cual las comandancias
y bases guerrilleras, puedan actuar sin temor a ser asesinadas por las fuerzas legales
e ilegales del Estado que hoy mantienen intacta su maquinaria terrorista.
Colombia ha vivido hechos sin parangón en la historia
mundial. La clase dominante es de una estirpe sanguinaria, aferrada a sus privilegios,
de tal manera que se ha valido de toda clase de recursos para mantener su dominación,
no ha tenido ningún reparo en acudir a las armas directamente, para crear y fortalecer
organismos ilegales, para dar aliento y crear bandas paramilitares (hoy eufemísticamente
llamadas “bacrim”). La clase dominante le apuesta a una paz barata, a una desmovilización
y desarme sin otra consecuencia que el cese al fuego de los fusiles y la entrega
de unos subsidios y garantías de participación política, porque “la constitución
y leyes vigentes así como todo el ordenamiento social y político del país no se
somete a discusión”.
Un proceso de paz que no tenga arraigo y participación
popular en sus reclamos y derechos, está condenado a perecer y ser otra frustración
mas, entenderlo así es definitivo.
La paz que ha planteado y reitera la insurgencia, no
es para resolver problemas personales de sus integrantes, sino para reclamar los
derechos del pueblo y la nación y a los que la clase dominante ha respondido con
violencia. Si la disposición de paz que hoy plantea el presidente Santos no abre
las puertas en esa dirección, el horizonte es incierto y de muy alto riesgo.
La insurgencia colombiana surgió y es depositaria de
anhelos populares y reivindicación social, donde se sintetice la justicia y equidad
social, la democracia y la soberanía, en esa condición de dignidad nos mantenemos.
La clase dominante está ante el reto de ceder en sus
incontables privilegios, su monopolio del poder, de la fuerza, de la riqueza, dar
muestras reales y afán de reconciliación que demuestren que le apunta a un camino
diferente a la confrontación militar.
Tenemos experiencias como ELN en materia de diálogos.
Desde 1990 en Cravo Norte y Tlaxcala (Méjico), en Maguncia Alemania, en Rio Verde
(Antioquia), en el Sur de Bolívar y en las conversaciones desarrolladas en la Habana.
Hemos presentado propuestas de solución, hemos propuesto el cese bilateral de fuegos
y hostilidades como manera de dar un alivio al pueblo y generar confianzas, hemos
plantado la realización de la Convención Nacional cuya esencia sigue teniendo plena
vigencia, sabemos cómo y para dónde ir, no renunciaremos a nuestra concepción de
poder popular, nos cabe el país en la cabeza, nuestra visión de gran patria latinoamericana
está presente y en ello estamos comprometidos y sabemos abrazar un futuro de paz
real para Colombia.
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